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ANTONIO BROTA
(Santalecina, 1914 - Santalecina, 2013)


Imagen del Diario del Altoaragón

Otro reconocido "cantador" de jotas natural de Santalecina que llevó con orgullo el nombre de su pueblo natal por toda la provincia. Amante de la jota de ronda todavía se le recuerda en muchos de los pueblos donde fue a cantar. Que mejor manera para hablar de su vida que él mismo en varias entrevistas realizadas al Diario del Altoaragón:

Entrevista realizada por F.J. Porquet para Diario del Altoaragón del domingo 16-06-2002:

"La jornada laboral de un cantador de jotas contratado por una localidad en fiestas no era cualquier cosa décadas atrás. Vean: al anochecer, jotas alusivas al alcalde, al cura y al santo patrón del lugar; a la mañanada, estrofas improvisadas dedicadas a las mozas casaderas con el acompañamiento de la rondalla -si la había- o de los músicos de la orquesta - lo corriente-; y en la sobremesa, jotas clásicas en el bar o salón municipal, algunas de picadillo si se terciaba la ocasión. Como ninguna mujer soltera podía quedarse sin piropo rimado y cantado, en los pueblos grandes el desfile del amanecer exigía, por prolongado, voz y temple.

Antonio Brota Lacosta, "el cantador de Santalecina", tiene bien cumplidos los 88 años y todavía se arranca con una "rondadera" cuando se la pide un amigo o familiar. La voz se le quiere apagar por castigo de la edad, pero su corazón la aviva. La cabeza, en el momento de improvisar la letra sí que funciona como un reloj. "Esa es la gracia del rondador, saber pegar los versos metiendo por medio el nombre de la moza. Cuando la ronda era de tres o cuatro horas, al final repetías alguna estrofa, pero de normal, jota nueva en cada puerta", dice.

Siendo un jovenzano de 18 años, Brota vivió un año en Barcelona por cuestiones de lutos familiares que no vienen al caso, y por iniciativa de un primo tuvo oportunidad de hacer una prueba en el Liceo. "Fui al Principal Palace, canté y me dijeron que mi voz era un árbol silvestre que había que enderezar. preguntamos si enseñaban, y nos dijeron que no. Una tiple rusa que cantaba en el local se ofreció a educarme gratis, que ya le pagaría cuando pudiera, pero como no tenía dinero y pronto me reclamaron en casa, porque pensaban que con 18 años en Barcelona y sin trabajar iba a terminar como un "perdido", todo quedó en nada. Bueno, algo de solfeo sí aprendí", recuerda.

JUERGAS Y FIESTAS

De vuelta a Santalecina, el cantador no tardó en darse a conocer "en juergas de amigos y fiestas de pueblos", y como la mejor promoción es la voz que hace correr la calle, pronto sonaron su nombre y su fama de buen cantador de "rondaderas" entre los responsables de la organización de las fiestas populares. Dice el anciano: "Entonces no había fiesta sin ronda, y también nos llamaban los quintos, y cuando la festividad de Santa Águeda. por la zona estábamos, y que me perdonen los que olvido, Joaquín Campodarve en Pozán, Ramos en Ballobar, Cambra en Morilla, otro que no recuerdo en Laperdiguera, y yo. Al principio cobraba unas trescientas pesetas, y cuando lo dejé hace siete y ocho años, tres mil o cuatro mil".

Andando, en bicicleta o autobús, Brota se recorrió toda la provincia. En sus mejores años, hasta encadenó actuaciones como los artistas de postín. Como ejemplo esta gira: el uno de septiembre en Lagunarrota, el 4 en Adahuesca, el 8 en plan, el 10 en Labuerda y el 14 en Boltaña. Al de Santalecina no le daba miedo la faena: "Una ronda de veinte mozas, a dos jotas por moza, pues le cantabas la suya y la de despedida, resultaba dura, pero se hacía, y si estábamos tres horas, como si eran cuatro. Lo habitual era que te sacaran el porrón y unas pastas, y si no querías que te tropezara la lengua, había que despreciar algún convite".

El cantador no ha participado en certámenes ni se le ha pasado por la cabeza. lo suyo era la ronda mañanera y la improvisación, y la mejor recompensa la recibía cuando una moza le decía emocionada y contenta: "¡Que estrofa tan bonita, escríbamela, por favor!" Y él contestaba, con la inspiración trabajando en la rima de la siguiente, que no podía porque ya no se acordaba, que le había salido de corrido...

UN CHASCO

De sus más de cincuenta años de rondador, Brota destaca la siguiente anécdota, que para él fue un chasco: "Una vez apareció por aquí el panadero de Binaced, y dijo que subía de Ballobar de contratar a Ramos y que también me quería a mi. Tratamos y luego me contó que al cruzar el rio por Alcolea había perdido la cartera y el dinero. Era tarde, le dimos de cenar y, por no despertar a los de la fonda, también cama, y al día siguiente le presté cinco duros para que no se marchara sólo con las diez pesetas del autobús. El día que tenía que cantar marché a Binaced. Al llegar pregunté por el panadero a unos abuelos que estaban en un carasol, se miraron y dijo uno: "Si me parece que está en la carcel". Me quedé extrañado, con la mosca en la oreja, y fui a preguntar a mi amigo José Ballarín, el cantante de "Estrellas Negras", y también en el Ayuntamiento, y nadie  sabía nada de rondadores contratados. Expliqué lo que me había pasado a los músicos que estaban en el bar y aún se están riendo... ¡Si cojo al panadero se lleva buen recuerdo mio. Vaya chasco me lleve!".

A la pregunta de si la ronda está muerta, contesta el cantador que no le ve mucho futuro porque hay otras modas, "y eso que Campodarve y Paco Lasierra aguantan". Nieves, sobrina lejana de Antonio y presente en la entrevista, da su opinión con desparpajo y acierto: "Es que ahora acaba el baile a las tres o las cuatro, y entonces ponen la discomóvil hasta el amanecer y pocos jóvenes se van a la cama, y si de mañana empieza la ronda, la verdad es que están con pocas ganas de escuchar jotas, y lo único que te apetece es dormir".

Otros tiempos, otras modas. las rondadoras apenas se oyen y sólo viajan por el Cinca, vivas y con temple, en la memoria de Antonio Brota y sus admiradores, que también tienen edad. la bicicleta para bajar hasta Belver y Osso, el calcero mojado al cruzar el rio para "alcorzar" hasta Alfántega y cantar en la fiesta, la picaresca del panadero de Binaced, la tourné de quince días por el somontano y la montaña, la cantante rusa que vio en el joven de Santalecina un diamante en bruto... ¿No se merecen mejor telón.?

Artículo de Antonio Martínez el día 6-07-2008 para la sección Gente de aquí del Diario del Altoaragón:

SANTALECINA.- El alba, la primera luz del día del pasado domingo, presagiaba una espléndida y guapa, muy guapa, mañana, de esas que ajustan y ponen a punto los biorritmos y templan el ánima. Invitaba a la alegría, y, como dice un c&aaccute;ntico religioso de introducción a la liturgia “Alegre la mañana que me habla de Ti”, pues no era para menos ya que realmente te decía muchas cosas. Como alegre y victoriosa fue la tarde de la selección española de f&uaccute;tbol en Viena al conquistar y levantar la Copa de Europa en el estadio vienés.
Así pues, metimos esas sensaciones en el morral y nos fuimos en busca del pueblo de Santalecina, donde nos aguardaba uno de sus hijos vivos pero ya legendarios como es Antonio Brota Lacosta, que ha cantado y paseado la Jota aragonesa por pueblos de los llanos y de la montaña… incluso de la costa mediterránea: el Cantador de Santalecina, como también lo fue un paisano suyo: Antonio Périz, que dicen que entonaba como los ángeles y tuvo sitio entre los más grandes. Ambos han dejado buena semilla en la voz de Marta Peruga, que está con el corazón dividido entre Santalecina y Pueyo de Santa Cruz, dos pueblos ribereños que no están tan distantes, ya que sólo tienen que atravesar el río.

EL CAMINO POR LA RIBERA DEL CINCA

Sobre las cuatro ruedas del ‘Clio’, pasamos el puente sobre el río Cinca en Monzón, rumbo a Santalecina que está en el límite de Los Monegros pero pertenece a la Ribera. Al pasar por el puente y fijarnos en las aguas del río, que no eran cristalinas ni mucho menos, me vinieron como un rayo a la mente las fotografías que me había remitido el amigo Paco –ese caballero andante que, como Don Quijote y Sancho, cabalga y anda por valles, montes y pueblos de toda la patria aragonesa– del río Ara a su paso por Jánovas. Unas aguas más que cristalinas, recién nacidas en el macizo del Vignemale en el Valle de Bujaruelo (casi nada), que al mirarlas reflejan y transmiten su pureza y su belleza, de ellas mismas y de la naturaleza. Sólo cabe dar gracias al sumo hacedor de todo esto. La foto contrasta con el pueblo de Jánovas con sus piedras destruidas… y me callo por no romper la alegría de la mañana y continuamos hacia Santalecina.
Al subir la cuesta del Pinzana, volvimos a la naturaleza del Cinca, con la chopera y el follaje del cauce. En frente La Alegría y Pueyo, y ya en el llano Conchel con su más que famosa fuente y el torreón de un castillo o fortaleza que se aguanta como puede. Ahora, en Conchel se ha levantado un templo que cobija la más delicada gastronomía como es el Concilium. Bien merece un alto y entrar en él. También cuenta con el de la iglesia de la Magdalena, su patrona.
Sin dejar la vista del río, luego nos topamos con Pomar, que ya tiene en marcha la anhelada variante. Un buen pueblo en el que la historia nos cuenta que, allá por 1225, se produjo la muerte de Ferrán Sánchez, un hijo del rey Jaime I, ahogado en el Cinca. Un pueblo de buen pan y otras cosas dignas.
Antes de llegar a Estiche, donde festejan a San Miguel y en la fiesta de verano programan los ‘Correfocs’ con un grupo cuyo nombre no recuerdo, que es francamente espectacular, ‘enchufé’ el CD con unas jotas, precisamente de Marta Peruga y que cantaban al Cinca: “Despacico cruza el Cinca, sale el sol y a Pueyo mira, y se pone calladico de canto a Santalecina”. O esta otra: “El río Cinca pasar desde mi ventana escucho”… Miré de nuevo al r&iaccute;o y así llegamos a Santalecina, donde aguardaba Antonio Brota, “el Cantador”. En la entrada, el saludo de las cigüeñas con su repiqueteo de los largos picos en los nidos de la Iglesia de San Salvador, pero el destino era la calle Zaragoza.

EN SANTALECINA CON ANTONIO BROTA

Me llevaron hasta su casa José Luis, un chaval de Casa ‘El Cartujano’ de Sariñena que sabe mucho de números y de economía (por eso pienso que tiene un buen futuro en Ibercaja), y el mismo alcalde, Daniel Abenoza, quien nos dijo que “Antonio siempre ha sido importante para Santalecina, por tener a esta persona que nunca ha pedido nada a cambio y ha llevado su nombre por donde ha pasado”. Teresa Abenoza, la esposa de Antonio, a Brota nos referimos, asintió como diciendo “es cierto”. También supimos que había cantado con otro no menos famoso hijo de la Villa como fue Antonio Périz.
Antonio Brota, que debe andar por los 94 (no le pregunté la edad), nació en la calle de la Iglesia cuyo templo está dedicado a San Salvador, y se casó un mes de mayo con Teresa, va por los 66 años, en Pomar por el tema del fallecimiento de un familiar, y después de la boda emprendieron el viaje de novios andando hasta la Estación de Selgua en cuya Fonda pernoctaron. De Selgua a Zaragoza… y no dicen más.
Antonio Brota Lacosta afirma que el “agua del Cinca aclaraba las gargantas, y así se podía cantar”. También nos dice que la Jota la lleva dentro desde crío, y “sobre todo en el campo, ya que he sido siempre labrador, y en el campo para motivarte a cantar hay que labrar o dallar”. Ahora, aún trabaja lo que puede en un huerto…y sigue cantando.
Con mucho orgullo, nos comenta Antonio que “a los 18 años me llevaron al Liceo de Barcelona para hacer unas pruebas para tenor. Era ya ‘gordo’ y corría el 34. Tuve que pedirle permiso a mi madre. Las hice y me preguntó el señor Barbiere si sabía alguna ópera, y, contesté negativamente, pero, si quería, podía entonar el “Ay, Ay” de Miguel Fleta, como así lo hice. Me dijo que de Do de pecho estaba mejor que Miguel y que iba sobrado, pero al no saber ópera no pasé. Lo que sí estuve es dando clases en una academia de la famosa tiple Anita ‘La Rusa’”.
Del Cantador de Santalecina pueden dar fe en infinidad de pueblos, “casi todos los de Aragón, y con jotas todas inventadas”, acentuando mucho que “soy aragonés y siempre me ha gustado la jota. Personalmente, la que más me ha gustado es ‘La Palomita’, de la que entono aquello de ‘No levantes tanto el vuelo’”.
Fiestas y más fiestas, en actos públicos con políticos y obispos, y según dice “hasta me invitaron para ir a Nueva York con un grupo de Educación y Descanso con 100 pesetas diarias y el gasto, pero llevaba a medias una faja de remolacha y lo dejé”.
Teresa y Antonio manifiestan ser felices, “tenemos cuatro hijos, dos chicas y dos chicos pero ninguno canta aunque alguno quiere entonar. También he sido muy feliz con la Jota”, y el muy pillín afirma que “alguna perrilla he sacado”.
El 15 de mayo del 2004, Santalecina le rindió; un homenaje y le dedicó un Parque, y aquel día “no tuve fuerzas para cantar por la emoción, pero me sentí muy bien y lleno de alegría”.
Personalmente, le solicité al menos la letra de una Jota en nuestra despedida, y fue esta: “Adiós, España, que del mundo ya me voy, adiós a mi pueblo querido. Si Dios quisiera escucharme, a mi pueblo volvería”.
Regresamos por Alcolea, cuna de hijos ilustres, y por Albalate… y recordamos a Miguel Fleta.

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